Este seria el titulo para los futboleros. Para el resto seria
Ver Napoles y despues morir!!!
Todos crecimos escuchando esa frase y siempre me pregunte si era por lo que decían de peligrosa o por la belleza del lugar. Hasta el día de hoy me lo pregunto y no encontré la respuesta. Peligrosa, un poco, bella, más o menos. En realidad la belleza no es la ciudad misma sino sus ciudades cercanas, en mi humilde forma de entender. Escucho a quien quiera debatir al respecto.
Cuando planificamos nuestro viaje del 2013 lo hicimos no solo con el propósito de conocer la zona, sino que quisimos conocer el pueblo donde había nacido el padre de Eduardo que es Cetraro y nos convenía hacer base en Nápoles para poder ir y volver en el día.
Para ello pensamos quedarnos tres días completos en la ciudad, y dedicar un día completo a Cetraro.
Viajamos a principios de octubre de ese año y por suerte tuvimos un tiempo excelente, con sol y calor. Veníamos desde Roma y llegamos en tren a la estación Garibaldi. Ese día fue muy gracioso, porque cuando salíamos del hotel en Roma el conserje nos dice que el transporte en Italia estaba de paro y que si teníamos que ir a Nápoles, no sabía como podíamos ir porque era todo un desastre. Nosotros le dijimos, venimos de Argentina, estamos acostumbrados a movernos durante los paros, no te preocupes. Así fue. Caminamos con nuestras valijas hasta la estación Termini y de ahí tomamos el tren que nos depositó en Nápoles con un pequeño atraso.
Desde la estación Garibaldi nos teníamos que ir al hotel que era Grand Hotel Oriente, que es un hotel 3 estrellas muy bien ubicado a 2 cuadras de la Vía Toledo. Llegar hasta allí no fue fácil, pero, no porque quedara lejos, sino que, cuando veíamos el mapa nos parecía que estaba muy lejos de la estación para ir caminando, así que tomamos el transporte público. Preguntamos cómo llegar y nos dijeron que teníamos que tomar un metro por una estación y desde allí combinar con la línea de metro 1 y bajarnos en la estación Toledo y caminar 3 cuadras. Nos resultó muy pesado hacer esto con las valijas porque había muchas escaleras que subir y bajar. Con los días nos dimos cuenta que llegar a la estación no era tan terrible, así que, cuando nos fuimos directamente lo hicimos a pie. Un tema aparte es la estación de metro Toledo. Tiene una decoración preciosa y con muy buen gusto.
Una vez alojados en el hotel y como era temprano, (tipo 3 de la tarde) aprovechamos lo que quedaba la tarde para explorar el Castillo Nuevo y el Castello dell Ovo.
Salimos del hotel y de acuerdo al mapa y como nos había indicado el conserje, llegamos a la esquina como yendo para la Vía Toledo, pero antes de llegar a esta, doblamos a la izquierda. Caminamos por más o menos unos 10 minutos por una zona con algunos comercios muy agradable, con mucho tráfico y sobre todo muchas motos que te pasaban muy cerca por más que vos caminaras por la vereda. Luego de esa caminata llegamos a la Avenida Medina, doblamos a la derecha y sola te lleva al Castillo Nuevo. Durante el camino, vimos que había muchos lugares para comer al paso y sobre todo muchas pizzerías y cafés.
Pagamos la entrada del Castillo que fue de más o menos unos 6 Euros ( tomen en cuenta que esto fue en el 2013 y el costo seguramente debe de haber cambiado).Este castillo medieval fue residencia real y luego fortaleza. Fue restaurado a principios del siglo XX y en la actualidad encontramos el Museo Cívico de Nápoles. En su interior está la Capilla Palatina con fresco que representan el Antiguo y Nuevo testamento de Giotto y sus discípulos. En la Sacristía también hay esculturas de artistas napolitanos. El camino te va llevando por diferentes salas con pinturas sin grandes destaques. Lo bueno de la visita está no solo en la Sala de Armería que luego de usarse como tal, se transformó en un cementerio, sino en las vistas que tenes hacia el mar.
La visita no duro más de dos horas y me resulto un poco aburrida.
Desde allí caminamos hacia el Castello dell Ovo. Salimos del Castillo Nuevo y doblamos por la Avda San Carlos hacia la izquierda. Caminamos 2 o 3 cuadras y llegamos a la Plaza del Plebiscito .Allí está el Palacio Real, la Basílica de San Francisco de Paula y el Palacio Salerno. Les dejo aquí unas fotos para que las vean.
Plaza del Plebiscito
Al Palacio Real no pudimos entrar porque estaba cerrado, así que, seguimos caminando y llegamos hasta una avenida que bordeaba el mar, donde había unos muy lindos hoteles. Pasamos por la Fuente de la Inmaculada y seguimos caminando por esta avenida, ya se veía el Castillo a nuestra izquierda.
Entramos a través de una unión entre la costa y el castillo que está en una pequeña isla. Es gratis y desde su terraza se pueden admirar las mejores vistas del Vesubio. En sí, el Castillo es un conjunto de salas que se pueden alquilar para eventos en la actualidad, no hay nada más que eso. La leyenda dice que Virgilio escondió en los cimientos un huevo mágico cuyo poder era evitar las catástrofes no solo de la ciudad sino también del Castillo. Aquí unas muy buenas fotos.
Como ya la tarde estaba cayendo empezamos nuestro regreso hacia el hotel, para descansar un rato y luego ir a cenar. Para volver, empezamos a seguir la señalización publica hasta la Vía Toledo y luego fuimos caminando desde sus inicios o su final de acuerdo a como se mire.
De camino y también sobre la Vía Toledo, encontramos una de las entradas de la Galería Umberto I. Esta es una galería similar a la Vittorio Emmanuel de Milán, con un techo vidriado que termina en un gran cúpula. Dentro hay lugares para tomar algo y restaurantes donde podes hacer un alto en el paseo. Si miras al piso, vas a ver que se encuentran mosaicos con los signos del zodíaco. Después de una corta visita, porque más allá del techo y alguna vidriera linda, seguimos caminando por la Vía Toledo hasta nuestro hotel. El recorrido total desde el Castillo no nos llevó más de 1 hora.
Para la cena le habíamos consultado al conserje del hotel, cuál era el mejor lugar para comer pizza y obviamente nos recomendó que fuéramos a Gino e Toto Sorbillo. Lo que nos aviso es que la zona era un poco oscura hasta llegar y que fuéramos con cuidado, pero que íbamos a comer muy bien. Salimos con suficiente tiempo como para ir tranquilos, pero, no sabemos el porqué, nos perdimos y no podíamos dar con la calle que donde estaba la pizzería. Ya estábamos un poco asustados porque las calles no eran muy lindas, hasta que encontramos a un policía que nos dijo que estábamos a unas 4 cuadras de la Vía del Tribunali, en sus comienzos, que dobláramos por ahí y camináramos tranquilos porque ahí era zona turística. El consejo que les doy es que siempre sigan el mapa y si pueden lleven un GPS, porque es muy fácil perderse y terminar en alguna zona no muy linda. En esos años no teníamos tanta tecnología y nos movíamos con los mapas impresos. Vamos a lo importante. Llegamos a la pizzería y había una cola de más o menos 1 cuadra. Nooooo!! No salíamos más, porque el lugar no era muy grande, así que, decidimos entrar en otra que se llama Decumani porque justo había la última mesa libre. Llegamos justo porque ese día se jugaba una final de futbol del Napoli con un equipo Inglés y tuvimos la suerte que nos atendieron y nos dieron de comer, porque 15 minutos después, nadie existía para los mozos y cocineros.
Ahí nos dimos cuenta del amor de esa gente por su equipo. En el entretiempo pudimos salir de ahí y empezamos a caminar de regreso al hotel. Ahora sí, seguimos el mapa tal cual nos había dicho el conserje y a nuestro paso vimos muchas personas en las calles sentadas frente a televisores viendo el partido. Era como que alguna persona que tenía un televisor grande lo sacaba a la puerta y todos los vecinos se sentaban a ver la tele en familia. Esta vez no nos perdimos y llegamos al hotel para descansar.
Al día siguiente nos levantamos temprano porque la idea era tomar un barco e ir a Positano. Habíamos averiguado que desde el puerto de Nápoles, salían barcos que nos llevaban allí. Luego de un muy buen desayuno que incluía unas deliciosas sfogliatellas, caminamos hacia la zona del puerto. No era muy lejos, más o menos unos 20 minutos de caminata. Cuando llegamos vemos que ese día no había barco a Positano, solo había a Sorrento. Cambio de planes y la visita a Positano quedaría para otro momento. Tomamos el ferry y después de 45 minutos de travesía llegamos a Sorrento.
Para llegar al centro de la ciudad hay que subir o bien por escalera o hay una calle para los autos. Hicimos una mezcla de ambos caminos y nos cansamos un poco hasta llegar.
Arriba nos encontramos con que había un tren turístico que te llevaba a hacer un recorrido por la ciudad. Luego de regatear un poco el precio por 8 euros los dos nos subimos. El paseo es de más o menos unos 40 minutos y te llevan a recorrer la ciudad nueva, la parte antigua, el puerto y llegas hasta un punto panorámico donde podes bajar por un rato a sacar fotos de la ciudad.
Al termino del paseo nos quedamos en el centro de la ciudad recorriendo los negocios comprando algunos jabones y perfumes hechos con limones de la zona.
Teníamos hora de regreso a las 4 de la tarde porque al estar fuera de temporada las frecuencias de los ferrys eran pocas. Empezamos a bajar despacio y cuando llegamos nos dio el tiempo como para tomarnos un rico helado en la zona del puerto.
A la llegada a Nápoles nos fuimos hasta la Catedral. Hicimos la vista de rigor y nos detuvimos en la cripta de San Gennaro, tiramos la moneda para que el santo nos proteja y salimos. Les cuento, cuando llegamos a la Catedral a Eduardo le dolía una rodilla porque la subida y bajada de Sorrento sumado a las caminatas que veníamos teniendo lo habían dejado con mucho dolor. Según sus dichos apenas salió de la cripta, sus dolores se terminaron para siempre. Milagro? No sé, para mí no, pero no hay que romperle la ilusión.
Como al día siguiente teníamos que ir a Cetraro que era el pueblo donde había nacido y vivido el padre de Eduardo, cenamos temprano y cerca del hotel para poder levantarnos temprano. Comimos en un restaurante de pastas de la Vía Toledo llamado Luise donde había pizza y pasta.
A la mañana siguiente temprano luego de desayunar, caminamos hasta la estación de Nápoles Central, teníamos que tomar un tren que salía 930 de la mañana y hacer combinación en un ciudad llamada Paola. Luego de casi 4 horas de viaje, llegamos al pueblo, que era muy pintoresco, pero, a nuestro paso nos iban cerrando las puertas de los pocos negocios que había. Era la hora del almuerzo y posterior siesta. Fue un momento raro porque pensábamos que íbamos a encontrar algunas cosas abierta, pero no. Fuimos a la playa intentamos subir hasta la parte vieja de la ciudad, pero no llegamos en parte porque era lejos y en parte porque nuestro tren de regreso salía a las 4 de la tarde y no podíamos perderlo porque era el único que había. La visita fue más sentimental que turística y cumplió el cometido de visitar la tierra de su padre. Les dejo unas fotos para que vean que linda playa y vista hay desde la casi cima. El regreso en el tren fue por otras ciudades bordeando el mar, así que el paisaje fue muy lindo y pintoresco.
Como se darán cuenta después de tantas horas de viaje llegamos bastante cansados y con el tiempo como para armar nuestros bolsos y emprender al día siguiente, el viaje hasta nuestro próximo destino que en ese caso era Praga.
Hasta aquí la crónica del viaje que hicimos en el año 2013. Hay una segunda parte de Nápoles. En el año 2018 nuevamente pasamos por la ciudad. Se acuerdan que más arriba San Gennaro había obrado un “milagro” con la rodilla de Eduardo?, bueno, esta vez quería hacerle una visita a su santo milagroso para que le arreglara su espalda. En ese año combinamos Florencia con Nápoles y terminábamos con Estambul. Solo nos íbamos a quedar 1 día completo porque los tiempos y el presupuesto no daba para grandes gastos. Como la vez anterior, llegamos en tren. Esta vez tomamos un tren Italo que, no solo era más económico, sino que era un poco más lindo que el Trenitalia. A diferencia del viaje anterior, sacamos un hotel en la Vía Corso Umberto I a unas 3 cuadras de la estación de tren.
El hotel se llama Napoli Suites. Es un hotel Bed and breakfast que está adentro de una casa particular. Ocupa un solo piso y cuando llegas te dan la llave como si estuvieras en casa. Eran tan solo 7 habitaciones. Un tanto raro, pero limpio y moderno. En Italia se usa mucho que los hoteles muy económicos ocupen el piso de las casas antiguas. La zona…. Bueno, no era de lo mejor, pero si no llegas muy tarde a la noche y andas con cuidado no hay problema. Era tan solo 2 noches.
Luego de acomodarnos en el hotel y ya con tecnología más avanzada que en nuestra primera visita, fuimos a la Catedral. Llegamos bien, es más, tuvimos que esperar un rato en la zona porque no había abierto todavía. Les dejo unas fotos de la catedral de adentro un poco más actualizadas que las anteriores. La visita a la cripta esta vez no fue milagrosa: el dolor de espalda no se fue, así que San Gennaro perdió un devoto.
Cuando salimos de la catedral fuimos caminando nuevamente por la Via Tribunali y nos compramos unas delicias dulces y nos sentamos un rato en un banco a disfrutar de las vistas. No había cambiado nada. Nápoles seguía siendo una ciudad caótica en su tránsito, ruidosa y sobre todo sucia.Les dejo unas fotos de los negocios de comida que hay en la calle. Ah y un gran pedido ….No al ananá en la pizza!!
Desde allí nos fuimos caminando hacia la zona de la Plaza del Gesu Novo. Entramos en la Iglesia que la anterior vez nos había quedado pendiente de visitar. Es hermosa por dentro y por fuera. Justo estaba por empezar la misa y la Iglesia estaba tan llena que casi no había lugar para sentarse. Nos quedamos un rato y luego nos fuimos porque esta vez oscurecía temprano ( estábamos en el mes de noviembre).
Seguimos caminando y llegamos a la Vía Toledo llena de gente, pero mucho más sucia que antes. Cuando llegamos al hotel nos cambiamos y nos fuimos a cenar temprano. Si bien el hotel esta sobre una avenida muy iluminada, al regreso que no era más de las 22 hs, nos dio un poco de temor porque no había nadie caminando.
Al día siguiente nos levantamos temprano y nos fuimos a Pompeya. En el hotel no habíamos contratado desayuno, así que lo tomamos en un café en la estación mientras hacíamos tiempo. Nos tomamos el tren Circumvesubiano. Sacamos el boleto en la misma estación y el señor de la boletería nos vendió el ida y vuelta ( 3 Euros cada uno), así no perdíamos tiempo al regreso. Nos advirtió que tengamos cuidado con la mochila porque había “rateros” en el tren y que teníamos que tomar el que tenía como destino final Sorrento porque era mejor. Con estas instrucciones llegamos al andén esperamos un poco rato y ahí nos subimos al tren. Es el tren que toma la gente para ir a su trabajo, así que, ves todo tipo de personas. El viaje fue de más o menos unos 40 minutos y tenías momentos en que el tren estaba muy lleno y momento en que se vaciaba. Llegamos a la estación Pompeya y caminamos unos pocos metros hasta la entrada. Por suerte no había cola para entrar, porque estábamos en temporada baja y no era precisamente la primer hora de la mañana. Más o menos llegamos a las 11hs. Compramos la entrada que nos costó 15 Euros por persona. Sacamos solo una audio guía que costó 8 Euros. Te entregan un mapa para que hagas el recorrido y listo, entras, muy fácil. Empezamos el recorrido y como decirlo sin herir a nadie…. Hay que tener mucha imaginación para intentar imaginar las cosas que te dicen en la guía que había en el lugar. Un ejemplo…
Hay muchas rutas para seguir según los mapas, pero eso te lleva mucho tiempo. Nosotros lo hicimos en 5 horas más o menos y algunas cosas nos quedaron por ver. Tomen en cuenta que nos perdimos algunas veces, hicimos un descanso en el Anfiteatro, sacamos muchas fotos y comimos algo. Yo les recomendaría en este caso, si el gusta la arqueología y las historias, que contraten una excursión con un guía porque si vas por tu cuenta te perdes muchas cosas. Si lo queres hacer por tu cuenta y a tu tiempo se puede hacer tranquilamente, la audioguia es muy buena. El tiempo estaba fresco cuando llegamos, pero, con el correr de las horas el sol empezó a calentar mucho, tómenlo en cuenta si van en verano para llevar ropa liviana, calzado cómodo, sombrero, agua y protector solar.
Los mejores lugares que no hay que dejar de visitar son los siguientes: La Casa del Fauno, El templo de Apolo, La Villa de los Misterios, situada en las afueras de la ciudad antigua. Es de las zonas que sufrió menos los daños y se conservan hermosos frescos. Otro lugar para visitar es el Foro en donde hay algunas ruinas todavía del Templo de Júpiter, la basílica y los Arcos del Triunfo.
El Lupanar es también un lugar interesante para visitar. Se conservan frescos eróticos y camas de piedra. Lo curioso es que hay “como grafitis” en las puertas escritos se cree por los visitantes del lugar.
Los baños termales divididos en sector de hombres y mujeres y a su vez divididos en baños fríos y calientes, letrinas y hasta una piscina al aire libre.
Por último los dos sitios mejores conservados:
El Teatro grande y pequeño. El primero con capacidad para 5000 personas donde se representaban obras de teatro y el segundo con capacidad para 1000 personas dedicados a las representaciones musicales.
El otro sitio es el Anfiteatro, donde se realizaban las clásicas peleas de gladiadores. Hay una exposición de un concierto que dieron los Pink Floyd.
Lo único que me quedo por ver es la zona donde están los cuerpos que fueron alcanzados por la erupción del volcán. Dimos muchas vueltas para encontrarlos pero no lo pudimos ver. Solo encontramos un lugar donde había moldes de cuerpos, pero no era el lugar preciso.
La visita termino cuando las ruinas cerraban a las 17 hs. Suerte que le hicimos caso al boletero del tren porque, entre que entregamos la audioguia y llegamos a la estación, había muchísima gente haciendo cola para sacar su pasaje. Validamos nuestro boleto en la maquina amarilla y en el primer tren que llego nos subimos. Viajamos sentados y charlando con algunas personas que eran lugareños y que decían tener parientes en Argentina. Cuando uno le preguntaba un poco más preciso no sabían que contestar, así que sospechamos que era todo un verso.
Como era nuestra última noche en Nápoles, intentamos cenar en la pizzería Sorbillo y por más que fuimos temprano, no logramos entrar. Volvimos a Decumani y esta vez no había partido del Napoli, comimos y nos fuimos caminando hacia el hotel, previa parada en un bar de Corso Umberto I.
Al día siguiente teníamos que levantarnos bien temprano porque teníamos que tomar el Alibus para el aeropuerto de Nápoles.
Teníamos que estar en ese Aeropuerto como a las 8 de la mañana porque teníamos un vuelo a las 10 para irnos a Estambul. Por este motivo había elegido ese hotel cerca de la estación de tren para no tener que caminar mucho. El Alibus que teníamos que tomar era a más tardar el de la 730hs. Salimos tipo 7 de la mañana del hotel para no tener que ir corriendo y ahí la realidad de Nápoles me golpeo fuerte. Si bien estaba aclarando, en las calles había mucha gente que todavía no se había ido a dormir. Mucha gente tirada por el suelo durmiendo, prostitutas, etc. etc. No había bares abiertos, menos negocios, si había alguna gente empezando a armar sus mostradores en la calle todos a los gritos, todo bien típico. No caminamos esas calles, las corrimos casi para ponernos a resguardo en la estación de tren, que no tenía mejor ambiente, pero allí había policía. Al final tomamos el Alibus a las 715 y llegamos tan temprano al aeropuerto que tampoco allí había bares abiertos para poder desayunar. Estaban solamente la gente de algunos mostradores para despachar las valijas, por suerte, los de Turkish estaban así que despachamos las nuestras y nos pusimos a recorrer el aeropuerto, que, para mi asombro es bastante grande y moderno.
Consejo: Para mi modesto entender, si queres conocer la ciudad, bajo ningún punto de vista te alojes en las cercanías de la estación de trenes. Quedamos muy impresionados de lo feo que es la zona a la mañana temprano, por más que lo había leído y lo había visto en la otra visita.
La reflexión del post: volvería????. A Nápoles, seguro que no. A la zona, sí, porque en las ciudades aledañas hay hermosos lugares y mucho más seguros para alojarse. Aunque no nos pasó nada por más que nos perdimos por la ciudad y tuvimos que salir muy temprano, no la elegiría nuevamente para quedarme.
Nápoles es vivaz, desorganizada, caótica, donde sus habitantes crean sus propias reglas y un gran punto de partida para visitar las zonas cercanas, pero no para vivirla como otras ciudades italianas.
Leo sus opiniones y los espero en el próximo post!!!